Las Orejas del Sillón de mi Abuelo

No hay nada mejor que comenzar un post con un título un tanto extravagante; pero también lo es animarse a escribir algo con el simple hecho de mirar detenidamente lo que tengo en frente. Basta con observar algo de forma distinta, no es necesario un estado anímico especial, sólo hay que objetivizar; esto es, dejar de ser nosotros mismos por unos puñeteros segundos.
Mirar y escribir algo sin saber muy bien porqué lo haces, escribir distinto observando algo excesivamente cotidiano o lo que es lo mismo, inspirarse por una musa en horas bajas.
Malos tiempos para la lírica, pero a la par, buenos para la paranoia. Creo que lo que acabo de escribir es eso, una lírica paranoica.
Probable es, que el que lea mi cariñosa, cotidiana y casera paranoia piense que el origen sea las orejas del sillón de mi abuelo, podría ser; pero es difícil puesto que mi abuelo ni tiene sillón ni tiene orejas, no mi abuelo sino el sillón.
Mirar y escribir algo sin saber muy bien porqué lo haces, escribir distinto observando algo excesivamente cotidiano o lo que es lo mismo, inspirarse por una musa en horas bajas.
Malos tiempos para la lírica, pero a la par, buenos para la paranoia. Creo que lo que acabo de escribir es eso, una lírica paranoica.
Probable es, que el que lea mi cariñosa, cotidiana y casera paranoia piense que el origen sea las orejas del sillón de mi abuelo, podría ser; pero es difícil puesto que mi abuelo ni tiene sillón ni tiene orejas, no mi abuelo sino el sillón.