GRACIAS, ALFONSO

Me resulta harto complicado describir con palabras lo que me hizo sentir el sábado en Barakaldo, nuestro compañero Alfonso Guerra; un auténtico mago de la dialéctica, la didáctica y, sobre todo, del cultivo intelectual.

Desempeñó una extraordinaria labor pedagógica no exenta de ironía y sarcasmos propios de un erudito orador, pero sobre todo, impregnó a toda la sala de un inhabitual romanticismo ideológico; resumiendo, un discurso inmejorable.

El resultado fue obvio: un sentimiento generalizado de entusiasmo, de mentes más abiertas dispuestas a luchar con más ganas que nunca por la causa socialista.

Por tanto, considero que debemos dar las gracias a nuestro maestro, gracias por recargarnos las pilas y hacernos sentir más socialistas que nunca.